lunes, 30 de enero de 2012

Mario Osvaldo Capello: “Hacer más llevaderas nuestras ignorancias”

Enfrascados en su propia ignorancia, atemorizados por el escrache antidemocrático de la eco-religión y negándose a recibir información científica, es decir corroborable, prefirieron escaparle a sus responsabilidades de construir el “Bien Común” saliendo del paso con premisas falaces referidas a una actividad que desconocen: A pura demagogia prohibieron una de las actividades industriales  más antigua llevadas adelante por el ser humano de todas las culturas y en todos los tiempos: la minería a cielo abierto.
Es tan manifiesta la ignorancia de la mayoría de los legisladores, que en algunas provincias llegaron a prohibir también la utilización de cianuro, ácido sulfúrico y mercurio en los procesos mineros metalíferos de cateo, prospección, exploración y explotación, que para quien conoce y sabe del tema, es tan absurdo como pretender prohibir la pesca en alta mar en camiones con acoplados.
Es fácilmente demostrable que ninguna de las catástrofes que se anuncian y atemorizan a la sociedad, han ocurrido. Catamarca, San Juan y Santa Cruz, provincias que con decisión e inteligencia han impulsado la explotación de los recursos mineros desmienten a diario, temerarias y falsas afirmaciones.
En ningún caso falta agua para la agricultura o merma de su calidad para el consumo humano. La fauna se vio favorecida porque cesaron los tours de caza furtiva, hoy zorros, liebres y guanacos forman parte del paisaje que rodea los campamentos y frentes de explotación. El turismo encuentra un nuevo atractivo en la observación de las tareas culturales de una mina; los estados nacional, provincial y municipal se ven favorecido por el extraordinario aporte de impuestos, regalías y fondos fiduciarios de desarrollos regionales; los prestadores de servicios locales reinvierten sus ganancias en otras actividades productivas del lugar, pero por sobre todas las cosas: miles de compatriotas se convierten en verdaderos ciudadanos, con importantes ingresos en blanco, dejando atrás una vida de carencias, de subsidios al desempleo, agravada en muchos casos con la necesidad de tener que inclinar la cerviz ante otros hombres para conseguirlos.
Sostenibilidad no es lo mismo que desarrollo sustentable. El pretender que nada cambie, que siga todo igual es una malicia para el caso de sociedades que contando con recursos naturales importantes, sus habitantes carecen de un adecuado bienestar. ¿Qué derecho pueden exhibirse para pretender seguir marginando a pueblos olvidados por décadas del progreso general? ¿O será que algunos no soportan el daño que a su autoestima les ocasionaría, que regiones que dan por atrasadas e inferiores, en un futuro cercano pasen a ser ejemplos de progreso y paradigmas de justicia social?  Me pregunto qué sería de algunas localidades muy promocionadas por su actividad turística si hoy les quitaran subsidios, el empleo público innecesario, los recursos por regalías de la también denunciada “contaminante” actividad petrolera, recursos a los que no escuchamos que propongan renunciar.
El avance social no puede detenerse por mucho tiempo, es más, nunca se detuvo en la historia, ni con ejércitos. Es sólo cuestión de tiempo para qué, minería y desarrollo sustentable de las comunidades y el medio ambiente se convierta en la combinación estratégica que impulse a los habitantes de centenares de pueblos de argentina, hacia un futuro de progreso económico y sobre todo, cultural.
Para lograr que el buen cambio deseado llegue lo antes posible, debemos abocarnos al desafío de hacer que los ciudadanos piensen desde la ciencia. Que se liberen de repetir frases que llueven en panfletos y por Internet como una especie de misterios revelados desde una nueva religión. Más nos alejamos de la ciencia, más nos acercamos a la brutalidad.

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