El gran desafío actual de la industria moderna es poder construir baterías baratas para almacenar la energía de paneles solares y turbinas eólicas. Estudios recientes realizados por investigadores de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) y dirigidos por Yi Cui, profesor de Ciencia e Ingeniería de los Materiales, han demostrado que esto es posible, desarrollando una batería que es en parte líquida, hecha de litio (posible de encontrar en la minería en Jujuy) y azufre. Cui afirma que la batería será fácil de fabricar y durará miles de ciclos de carga.
Cui cree que los costes de materiales y fabricación de la batería pueden ser lo suficientemente bajos para cumplir con el objetivo del DOE (Departamento de Energía de Estados Unidos) de 100 dólares (unos 76 euros) por kilovatio-hora de capacidad de almacenaje, cifra que según el DOE hará que la tecnología resulte atractiva para las eléctricas. Las baterías actuales pueden costar cientos de dólares por kilovatio-hora de capacidad, aunque varias empresas están trabajando para comercializar baterías más baratas.
Los investigadores desarrollaron la tecnología que es un cruce entre una batería de flujo y un tipo experimental de batería denominada de litio-azufre. En una batería de flujo se requieren membranas de iones caras y gran cantidad de materiales; mientras que las baterías de litio-azufre, si bien tienen el potencial de almacenar grandes cantidades de energía, tienen la desventaja de que con cada recarga, se pierde más capacidad energética, lo que limita la vida de estas baterías. En sus investigaciones Cui observó que el polisulfuro de litio disuelto almacena más energía que los materiales que se suelen usar en las baterías de flujo, como el vanadio, así que hace falta menos material. Eso, y el hecho de que el litio y el azufre cuestan menos que el vanadio, podrían servir para bajar el coste de las baterías de flujo.
Además, Cui afirma que su batería de flujo modificada no necesita una membrana de iones y que solo uno de los electrodos es líquido, el otro es litio metálico. Una capa barata que cubre el litio sirve de membrana, permitiendo que los iones se muevan entre el metal de litio y los polisulfuros, pero impidiendo que lo hagan los electrones. Esto es clave tanto para proteger el litio como para crear una corriente eléctrica.
Antes de poder comercializar la batería quedan retos por resolver, entre ellos, el número de veces que se puede recargar; aunque de momento se ha cargado 2.000 veces, pero el objetivo del DOE es 5.000 recargas.